Becky Resnick es una voluntaria de la Fundación Prem Rawat (TPRF) que reside en Seattle, Washington. Recientemente, ayudó en la realización del primer Programa de Educación para la Paz (PEP), en Ruanda. Esta es su historia:
Viajé como voluntaria a Ruanda por primera vez en otoño de 2014 y he vuelto en dos ocasiones más. Ruanda es un pequeño país de la zona centro oriental de África, y mundialmente conocido por el terrible genocidio de 1994, en el que murieron entre 750 000 y un millón de personas en menos de 100 días.
20 años después, la mayor parte del país continúa sumido en la pobreza, el SIDA y la sensación de pérdida. Sin embargo, lo que me ha traído de nuevo a este lugar es que a pesar del profundo trauma todas las personas con las que he estado manifiestan un enorme deseo de esperanza y curación. Eso me ha conmovido de tal manera que es difícil expresarlo en palabras.
Mientras hacía los planes para mi próxima visita al país me enteré de que una ruandesa, llamada Diane Mushimiyimana, había organizado un PEP piloto a través de la ONG RICAD Rwanda, que ella misma había formado con el fin de mejorar las comunidades de la zona. Me puse muy contenta cuando un amigo nos puso en contacto y me invitó a ayudarla en la coordinación del PEP.
Diane es ruandesa de nacimiento y, como algunos de los otros miembros de la ONG RICAD, es periodista de profesión y está relacionada con muchos reformistas y activistas. Consiguió que una escuela de secundaria del pueblo de Kigali se comprometiera a llevar a cabo el primer PEP. Gracias a la campaña de recogida de fondos realizada vía Indiegogo, en pocas semanas conseguí cerca de 1000 dólares norteamericanos para comprar el equipo audiovisual y los materiales necesarios para ofrecer el curso multimedia a cientos de estudiantes.
Cuando aterricé en Ruanda, inmediatamente comprobé el increíble entusiasmo que mostraban hacia el PEP, tanto Diana como los demás componentes de RICAD. Uno de los organizadores había realizado un viaje de cuatro horas, por trayecto, para asistir a una de las reuniones de planificación.
La primera sesión comenzó con retraso. La escuela no tenía el adaptador que necesitábamos para el sonido, así que hubo que esperar hasta conseguir uno. Cuando probamos el reproductor de DVD, comenzó a salir humo, por lo que terminamos usando un portátil. La pantalla se veía muy tenue porque no había oscuridad suficiente y la calidad del sonido no era buena. Pero, a pesar de todos los problemas técnicos, unos 250 estudiantes de los cursos superiores llenaron la habitación, escucharon atentamente el mensaje y participaron activamente en las reflexiones posteriores.
Estaba completamente asombrada por la recepción que dieron al PEP. Después de esta primera sesión, era increíble ver como los participantes me daban las gracias, hacían preguntas y expresaban cuánto habían disfrutado. Este entusiasmo continuó durante las 10 talleres del curso realizados a lo largo de los cinco días siguientes. Lo hicimos en forma de cursillo acelerado porque los estudiantes se iban de vacaciones durante dos meses.
Periodistas de varias revistas, emisoras de radio y un canal de TV me hicieron entrevistas acerca del PEP. Así que probablemente toda la región de Kigali ha terminado sabiendo lo que es el PEP por todos estos reportajes.
El curso culminó con una celebración muy estimulante y alentadora, con la participación de todos, en la cual recibimos una inspiradora respuesta. A continuación se recogen algunas expresiones de lo que los participantes dijeron sobre el impacto del curso:
«El PEP realmente me ha ayudado a apreciar cada momento de mi vida, independientemente de las circunstancias en las que me encuentre».
«Este programa es bueno, ha sido un placer realizar este viaje a mi interior, y descubrir mi auténtico yo».
«Este programa es muy útil. Me encantaría que se pudiera ofrecer en todas las escuelas de Ruanda».
«Este programa es realmente especial. Lo he disfrutado muchísimo porque me ayuda a sentir paz en mi interior».
«Toda Ruanda y toda África necesitan esto. ¡Mi vida se ha transformado!».
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